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martes, 23 de julio de 2019

MARCOS 7:15 EN CRISTO

Nada hay fuera del hombre que entre en él que le pueda contaminar; pero lo que sale de él, eso es lo que contamina al hombre.
¿Por qué la interacción con el entorno terrenal nos contamina?
Porque si tu patria es celestial, a que obedece esta hipócrita costumbre,
que es irreprochable en nuestra estima.

Será que desconocemos la vil humillación que padeció nuestro Señor Jesucristo,
 y ante una nimiedad nos sobrepasa la ofensa.
Si asumimos que la voluntad de Dios es nuestro propósito inequívoco,
a cuento de qué, nos rasgamos las vestiduras por cualquier displicencia.

Nos resta, seguro, un severo desierto,
para reconocer que en nuestro bautismo el cuerpo pecador murió con Cristo Jesús, y resucitó con Él en el Espíritu.
No se entendería sino que por tan escaso padecimiento,
tuviera nuestra actitud pusilánime algún parecido con el Todopoderoso Señor Jesucristo.

La puerta que abre nuestra escasa sabiduría,
es para dar salida a la contaminación carnal.
Y del conocimiento de la Palabra, nos basta la teoría,
al ser parcos hacedores de su prodigioso poder espiritual.

Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias.
Estas son las cosas que contaminan al ser humano.
Estad atentos de no caer en el oprobio de sus inclinaciones endémicas;
porque del fluctuante corazón, oh Omnipotente Salvador, con tu justa balanza pesarás las infamias de su perverso pasado.
                          Paz de Cristo 






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