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martes, 16 de julio de 2019

ISAÍAS 53:5 EN CRISTO

Mas Él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre Él, y por su llaga fuimos nosotros curados.
Oh Cristo, el fin de tu universal expiación en la cruz del Cavario, fue justificar al ignominioso ser humano su abominable pecado.
Se consumó el holocausto con el sacrificio del nuevo pacto; y con tu muerte, sepultura y resurrección nos hiciste bienaventurados,
oh Cordero inmolado.

Oh Señor Jesucristo, en, por y para el hombre consumaste tu gloriosa redención;
y hará a las escogidas almas salvas, por su inmensa misericordia.
La Biblia, dice: Qué, oh Señor, Tú eres cordero y león. Y que pesarás con piedad los corazones del que no creyó en tu nombre; y que aún como el malhechor desde su cruz arrepentido, te suplicará clemencia para estar en tu reino en el postrero día,
de la eterna salvación.

Las heridas, oh Cristo Jesús,
fueron incisas hendiduras que todo tu cuerpo roturaba.
Y de tu preciosa sangre derramada, radiante era la luz,
que de gracia a todos los que te ajusticiaron justificaba.

De tu ser inmortal, oh Rey de reyes ,
la chusma escarnecedora no tenía la mínima certeza.
El insospechado número de rebeliones,
te golpearon con extrema vileza.

Oh Santo de Israel, al darle un valor eterno a nuestra paz,
nos sanaste el espíritu con tu verdad.
Y veremos tu santa faz,
con la incorruptible santidad.
                        Paz de Cristo 







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