Oh Señor Jesús, eres el alto y sublime que habita la eternidad,
y los cielos de los cielos no te pueden contener.
Y en tu nombre se concibe la doctrina de Unicidad,
por ser el gran Yo Soy, y único Dios per se.
En el nombre de Jesús,
se ha hecho visible la creación.
Y por la gracia de su admirable luz,
se aparta toda tiniebla a la sazón.
La Palabra ha sido inspirada en el Santo Espíritu del nombre de Jesús,
y se cumplirá hasta la última tilde de su pensamiento eterno.
En la Escritura Sagrada consumada es toda la plenitud de su Deidad,
que se puede contemplar en la inconmensurable inmensidad del universo.
Oh Todopoderoso Jesús, en carne te manifestaste,
para ser el Redentor de nuestros pecados.
Y con tu muerte, y muerte de cruz en el Calvario, venciste al imperio de la muerte; y en el sepulcro, al tercer día tu templo reconstruiste.
Tú eres el Señor resucitado, que estuvo muerto y ahora vive por los siglos de los siglos, para salvar a los bienaventurados.
Oh Jesús, tu nombre es el único nombre dado a los hombres en el que pueden ser salvos.
El don de la fe, que no es potestad del ser humano, sino de Cristo Jesús tu Salvador: es la única condición indispensable para traspasar el umbral de la gloria.
Todos fuimos de su nombre incrédulos;
pero de gracia recibida, la salvación es el prodigioso galardón de tu sagrada victoria.
Paz de Cristo
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