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miércoles, 10 de julio de 2019

2 CRÓNICAS 7:15,16 EN CRISTO

Ahora estarán abiertos mis ojos y atentos mis oídos a la oración en este lugar; porque ahora he elegido y santificado esta casa, para que esté en ella mi nombre para siempre; y mis ojos y mi corazón estarán ahí para siempre.
Nada pasa desapercibido, oh Jehová, a tu omnipresencia.
Eres el epicentro del universo, con un poder de ubicuidad equidistante;
porque desde la ínfima, y hasta en la más larga distancia permanece tu esencia.

Tabernáculo de oración, oh Cristo,
eres en el santuario de la creación.
Templo has hecho a nuestro cuerpo del Santo Espíritu;
y al invocar tu nombre, se postrará toda alma con rodilla de genuflexa adoración.

El Padre eterno es Jesús,
y nada se concibe fuera de su salvación.
Toda obscuridad resplandecerá ante su refulgente luz,
al dar vida al pétreo corazón.

El alma, oh Señor, lastrada por lo carnal,
hace caso omiso 
de lo espiritual;
porque en su pensamiento concupiscente, vive un errático incircunciso.

A la santificación, oh Señor Jesucristo,
se llega después de haber trazado la perfecta recta, sobre el hedor de cada prueba en la execrable y sinuosa senda.
Volved en sí, ante el secular letargo que inoculó a vuestro ser el maligno.
Y a simple vista, se verá el candor de la santidad, en la unción de vuestra sobrenatural transparencia.
                               Paz de Cristo 






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