Y ya no estoy en el mundo; más estos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros.
Jesús, dijo: Mis ovejas oyen mi voz y me siguen.
Los innumerables mensajes que Dios te manda no son audibles, hay que transcribirlos.
Por la receptividad de ese espiritual lenguaje, oh Rey de reyes, sabes que tus hijos la sana doctrina perciben.
Muchos serán los llamados y pocos los escogidos.
En este texto bíblico, nos hemos de reafirmar las ovejas de su prado;
porque solo en su Iglesia amada, están las almas de los redimidos.
Y habrás de tornar toda tu opacidad en transparencia celestial, para ser por el Señor de señores arrebatado.
A los que nos has revelado tu nombre, oh Señor Jesús,
nos concierne dar a conocer la doctrina de Unicidad.
Es el poder santificador de eterna luz,
que nos edifica en la Cristocéntrica verdad.
Oh Padre eterno, te humanaste en el Hijo del Hombre,
para reconciliar contigo al mundo.
Tu crucifixión fue el último sacrificio, para expiar el pecado del obscurantismo execrable,
que había hecho irrecuperable al ser humano moribundo.
Lo que te corresponde a ti descubrir, cada
segundo de tu vida, a través de tu incorruptible santidad,
es si eres la oveja escogida del mundanal rebaño.
Y conocerás; si tu galardón es de gloriosa eternidad,
cuando a la final trompeta, el Todopoderoso surque el cielo desde oriente y hasta occidente, como un sobrenatural relámpago.
Paz de Cristo
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