Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos.
La oración del justo lo puede todo.
Y quebrantados en el Espíritu oraremos,
para que Dios rescate con su infinita misericordia, al que cayó en la insalubre ciénaga del lodo.
Velad y orad en Cristo Jesús,
elevando la súplica al trono de la gracia.
Radiante siempre es la luz,
del que ora en la alborada.
El atalaya del Señor,
persiste con tenacidad en su acción de gracias en la oración,
Y en sus incesantes loas de amor,
manifiesta una reverente adoración.
El desmayo no ha lugar en la oración,
nuestra plegaria no se limita en el tiempo.
Porque en el perseverante latido del corazón,
encuentra refugio el desmedido desvelo.
Las oraciones de los santos,
es el incienso que se eleva a la gloria del Altísimo.
La bendición alcanzará a los tempestuosos vientos;
si doblas la rodilla, y oras sin cesar en el lugar santísimo.
Paz de Cristo
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