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miércoles, 17 de julio de 2019

SALMO 114:5 EN CRISTO

¿Qué tuviste, oh mar, que huiste? ¿Y tú, oh Jordán, que te volviste atrás?
En la inmediatez de la obediencia a tu voluntad, oh Jehová, has disciplinado al universal milagro que se postra a tus pies de gloria.
Ante el Señor Todopoderoso, siempre te gloriarás;
porque en el nuevo nacimiento del que cree, vive la eterna victoria.

El corazón humano en su primer latido prodigioso,
pasó de muerte a vida.
Y, oh Cristo, se hace real como consecuencia de tu vivificante aliento,
en el que se manifiesta el conocimiento de la magistral sabiduría.

Sí, porque al final se trata de domeñar los elementos en los que estamos inmersos,
oh Sumo Hacedor.
En todo lo creado existen unos principios encriptados, que los activa la sinergia de una perfección nanométrica.
Oh Señor Jesucristo, de tu Sagrada Escritura emana el amor,
y su medida es potestativa de la sobrenatural geometría bíblica.

Oh Rey de reyes, anhelamos ser hijos de la luz,
en un mundo de tinieblas.
Y las buenas nuevas de salvación eterna, oh Cristo Jesús,
nos has dejado escritas en las tablas del corazón, y con un sagrado cincel esculpidas.

La transformación de niño a hombre, hay que revertirla, oh Señor de señores, 
para entrar en el reino de los cielos
Los mares y los ríos están siempre sometidos a sus cuencas y a sus cauces;
pero, oh Señor Omnipotente, Tú eres la fuente espiritual que sacia y da vida a los perfectos renuevos.
                                Paz de Cristo 







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