Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos a Jehová vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo.
¿Cual es la causa en el hombre, que apresura sus pasos obstinado a hacer el mal?
La paz del Señor, que sobrepasa todo entendimiento, te da sin medida toda buena dádiva y todo don perfecto;
destierra con premura tu ser carnal, y activa el celestial.
No te dejes engañar más por tu corazón,
que es de doble ánimo.
Eleva al cielo la pureza de tu conversión,
y te regocijarás con el Señor de lo alto.
La maldición generacional está latente,
se muestra como un bastión infranqueable.
Oh Señor Jesucristo, tu Palabra es la fuente
de majestuosa piedad inagotable.
Oh Fiel y Verdadero, por nuestra desobediencia nos expulsaste del Edén,
al incumplir la prohibición de no comer del árbol de la ciencia del bien y del mal.
Seremos tan necios, que de tan prodigiosa abundancia hacemos desdén,
y vetamos a nuestro ser para heredar el reino celestial.
¿Habrá algo imposible para Dios?
Nuestra alma será para vida eterna;
si como condición indispensable, oh Señor, se somete a tus mandamientos,
y pone en sus labios el loor de tu santísima ofrenda.
Paz de Cristo
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