La Biblia dice: Como esta escrito: No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.
Y también: Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.
Oh Señor Jesucristo, al poder de salvación del Evangelio yo recurro,
para en el conocimiento eterno tener gozo.
El texto bíblico dice: Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.
Y este fruto del Espíritu, oh Soberano Señor, se lo concedes al que te adora con una reverente solemnidad.
Ante el ruego del centurión: Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado. Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré.
Y la respuesta del centurión se definió en una fe de grandiosa transcendecia, diciendo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará.
Y también: Al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe.
Y os digo que vendrán muchos del oriente y el occidente, y se sentarán con Abraham e Isaac y Jacob en el reino de los cielos; más los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.
El reconocimiento del centurión en el Señor Jesús, definió lo que no se ve,
en el autor y consumador de la fe y sus eternos de repentes.
Jesús, finalmente, se apareció a los once mismos, estando ellos sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado.
Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado será salvo; mas el que no creyere será condenado. Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.
No limites tu fe en Cristo Jesús, y serás bienaventurado.
Y evita la sordidez de los tibios, que únicamente por tus repentinos milagros, oh Rey de la gloria, se salvarán.
Jesús, dijo: Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.
Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.
Oh Todopoderoso Redentor y Salvador Jesucristo, tu sacrificio en la cruz del Calvario, define lo que es amar.
Y, consumados es, fueron, oh mi Cristo, tus últimas palabras antes de expirar, que definen la fe con la que a tu Iglesia amas.
Paz de Cristo
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