Oh Señor Jesucristo,
ofrenda magistral fue tu majestuoso perdón en la cruz del Calvario.
Y por la gracia del Santo Espíritu,
nos recibiste en tu glorioso santuario.
Siembra espiritual, a la sazón,
hacemos los heraldos de tu Evangelio, oh Cristo Jesús.
Y predicamos las buenas nuevas de todo nuestro corazón,
que apartan toda tiniebla y hacen visible tu admirable luz.
La sabiduría de lo alto, sirve en esencia para no reprochar a nadie nada.
Oh Fiel y Verdadero, Tú al que te la pide se la das en abundancia.
Y no encontrarás en ti disculpas, oh predicador, que no haga al alma perversa bienaventurada;
porque, oh Señor, en el espíritu de tus siervos has derramado sabiduría con excelencia.
La Biblia dice: Humillaos, pues, bajo la poderosa nano de Dios, para que Él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre Él; porque Él tiene cuidado de vosotros.
Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quién devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo.
Oh Rey de reyes, al camino angosto estamos dispuestos;
porque nuestra misión en el nombre de Jesús, es rescatar al perdido y espiritualmente moribundo.
Ilimitada es la compasión,
que guarda la gracia del Santo de Israel.
Porque en el ser humano, aun en su más vil
condición;
si se arrepiente con el corazón quebrantado a los pies del Todopoderoso Señor y Salvador Jesucristo, no será despreciado por Él.
Paz de Cristo
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