EL SER HUMANO, MILAGRO SOBRENATURAL EN CRISTO

Oh Cristo Jesús, los prodigiosos latidos del corazón humano, 
anuncian la vida con un eco que traspasa los límites del universo.
Y, oh Señor, Tú lo has creado,
para que more en la eternidad del glorioso cielo.

Invocando el nombre de Jesús,
damos gloria y honra al Rey de reyes que redimió y justificó nuestros pecados en la cruz del Calvario.
Y se rasgó el velo del tabernaculo, para que en el lugar santísimo nos libertara su admirable luz,
al ser revestidos por el resplandor de su glorioso santuario.

Porque el Altísimo Señor Jesucristo nos amó primero;
y nunca dudó en darnos vida y vida en abundancia, con su propia vida.
Tú viniste a deshacer las obras del diablo, Oh Fiel y Verdadero;
y no dejarás de tu escogido rebaño, ninguna oveja perdida.

Oh Señor Jesús, tu Evangelio es para las almas un llamado a la consagración.
Oh Alto y Sublime, nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo.
Y cuando desciende la sobrenatural unción,
hemos de reafirmar el más sagrado y Cristocéntrico paso.

Con su gracia, el Sumo Hacedor da protección a tu alma; 
porque en ella se hará manifiesto el eterno milagro del Santo de Israel.
Y es que, el único Dios que piadosamente te ama,
anhela para tu salvación que perseveres en su Palabra hasta el fin, y que le seas siempre fiel.
                          Paz de Cristo