¿Sabe la perversa humanidad que su herética idolatría se sustenta en el obscurantismo del diablo?
Es tan ancestral esta inicua altivez, que ha escapado a su control la deriva maligna.
La vanidad unida a la codicia, oh Cristo, a desvirtuado al ser humano,
y se ha precipitado al abismo de la ignominia.
La Biblia dice: No harás para ti escultura, ni imagen alguna de cosa que está arriba en los cielos, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.
No te inclinarás a ellas ni las servirás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y que hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.
Nadie en su sano juicio, podría entender, que al Todopoderoso Señor del universo, ningún tipo de estatua se le hiciera;
porque sería contrario a los sagrados fundamentos.
Y también: ¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.
¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que Él ha hecho morar en vosotros nos anhela celosamente?
Y aun desvincular de vuestros indignos propósitos,
todos los ídolos terrenales que deambulan en vuestra mente.
Jesús, dijo: Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.
Llevad mi yugo sobre vosotros; y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.
Excepto en el Omnipotentente Señor y Salvador Jesucristo, en nadie vas a poder confiar;
Él es el único que te da eterna paz en el pavor de la desgracia.
Nada en tu vida lo contextualiza el azar.
El Rey de reyes hasta los pelos de tu cabeza tiene contados.
Consagra tus pasos, para al Señor de señores poder amar;
y hollarás el glorioso umbral de los bienaventurados.
Paz de Cristo
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