Mas la misericordia de Jehová es desde la eternidad y hasta la eternidad sobre los que le temen, y su justicia sobre los hijos de los hijos; sobre los que guardan su pacto, y los que se acuerdan de sus mandamientos para ponerlos por obra.
Insolente y de corazón duro es la humanidad.
No sabe que el Espíritu del Todopoderoso es la provisión de su fuerza;
y que sin rendirse a su obediencia, nada refleja el poder de la verdad.
Oh mi Cristo, a través de tu Palabra,
se nos ha dado revelación del misterio eterno.
Y en el devenir de los acontecimientos, el ser humano ha hecho de su necedad el agravio, oh Sumo Hacedor, de no darte las gracias por su existencia.
Y hace el máximo desdén de su heredad, de lo por ti creado, oh Señor, de lo universalmente bello.
La Biblia dice: Por tanto, como la lengua del fuego consume el rastrojo, y la llama devora la paja, así será su raíz como podredumbre, y su flor se desvanecerá como polvo; porque desecharon la ley de Jehová de los ejércitos, y abominaron la palabra del Santo de Israel.
Vuélvete a la bienaventurada esperanza, y no sometas tu iniquidad a la ira venidera.
Y es que, el Rey de reyes y Señor de señores siempre es fiel;
y anhela guardar tu alma santa, en la eternidad de su gloria postrera.
Y también: He aquí el ojo de Jehová sobre los que le temen, sobre los que esperan en su misericordia.
No tomar el nombre de Dios en vano, es uno de los preceptos bíblicos de mayor transcendencia.
De nada nos servirá toda impostura de perfidia,
ante los ojo del Rey de la gloria, que aun ve al que muestra su vil y soterrada indecencia.
Así dice Jehová Rey de Israel, y su Redentor Jehová de los ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios.
¿Y quién proclamará lo venidero, lo declarará, y lo pondrá en orden delante de mí, como hago yo desde que establecí el pueblo antiguo? Anúncienles lo que viene, y lo que está por venir.
No temáis, ni os amedrentéis; ¿no te lo hice oír desde la antigüedad, y te lo dije? Luego
vosotros sois mis testigos. No hay Dios sino yo. No hay Fuerte; no conozco ninguno.
Nuestra salvación, oh Fiel y Verdadero, es tu glorioso fin.
Y por amor a tu nombre, los que te amamos, oh Altísimo Jesucristo, seremos en ti uno.
Paz de Cristo
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