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domingo, 28 de junio de 2020

LA OBSCURA SUSPICACIA DEL QUE NO AMA EN CRISTO

El obscurantismo del que es pecador, 
tropieza sin remedio en Cristo Jesús.
Porque únicamente en la fragancia de eterno loor,
reposa, oh Rey  de la gloria, el santísimo haz de tu admirable luz.

Al sentir la verdad del Santo Espíritu,
sepultas toda suspicaz sombra que pueda haber en tu alma.
Oh Cordero inmolado, Tú tocaste, en el sacrificio de la cruz del Calvario, el fondo del abismo; 
compadeciendo el execrable escarnio del pecador que no ama.

Oh Señor Jesucristo, No te conformaste con derramar tu preciosa sangre, para redención y justificación de la humanidad.
Oh Fiel y Verdadero, en tu sacrificio expiatorio por todos los pecadores, dijiste: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.
Éste majestuoso perdón lo pronunciaste desde el santuario de eternidad,
donde las entenebrecidas tinieblas no prevalecen.

Sin la consagración del alma,
no serán incensadas las oraciones de los santos. 
Y sucede cuando el Santo Espíritu se derrama,
desde los cielos sagrados.

Oh Rey de reyes y Señor de señores, la estela de tu áureo aroma de gloria,
nos ha dado la multiforme gracia. 
Y es que, oh Altísimo Salvador, he de postrarme sin tiempo en tu eterna victoria;
para que, oh Señor, el sobrenatural perfume de santidad sea mi perfecta ofrenda.
                           Paz de Cristo 
















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