Pero de día mandará Jehová su misericordia, y de noche su cántico estará conmigo, y mi oración al Dios de mi vida.
Aún no es el fin;
y aunque lo fuera, nada te hará retroceder en tan obscuro día.
Y también: Los que confían en Jehová son como el monte de Sion, que no se mueve, sino que permanece para siempre.
Bendeciré a Jehová en todo tiempo; su alabanza estará de continuo en mi boca.
Oh Redentor, vivificas nuestra alma con tu eterno sacrificio de sublime olor fragante;
y guardas al espíritu inquebrantable, que con valentía todo en tu nombre afronta.
Jesús, dijo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad.
Y la Sagrada Escritura enseña: Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. Haya, pues, en vosotros, este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
Y morarán en la eternidad,
los que haciendo frente a la tibieza, han puesto los ojos en el Altísimo Señor Jesús.
Y también: Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.
Oh Rey de reyes, tu conocías al extremo el precario estado del ser humano.
Sí, sus discípulos cayeron en lo más estéril,
al recriminarles, oh Señor, su incredulidad, que se advertía en el más profano.
Gran oprobio es asumir la pusilánime rendición,
al hacer desdén de la redención del Fiel y Verdadero.
Por la misericordia del Omnipotente Salvador Jesucristo, se hará propicia de tu amada Iglesia su salvación,
para ser arrebatada a la morada eterna en el día postrero.
Paz de Cristo
Aún no es el fin;
y aunque lo fuera, nada te hará retroceder en tan obscuro día.
Y también: Los que confían en Jehová son como el monte de Sion, que no se mueve, sino que permanece para siempre.
Bendeciré a Jehová en todo tiempo; su alabanza estará de continuo en mi boca.
Oh Redentor, vivificas nuestra alma con tu eterno sacrificio de sublime olor fragante;
y guardas al espíritu inquebrantable, que con valentía todo en tu nombre afronta.
Jesús, dijo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad.
Y la Sagrada Escritura enseña: Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. Haya, pues, en vosotros, este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
Y morarán en la eternidad,
los que haciendo frente a la tibieza, han puesto los ojos en el Altísimo Señor Jesús.
Y también: Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.
Oh Rey de reyes, tu conocías al extremo el precario estado del ser humano.
Sí, sus discípulos cayeron en lo más estéril,
al recriminarles, oh Señor, su incredulidad, que se advertía en el más profano.
Gran oprobio es asumir la pusilánime rendición,
al hacer desdén de la redención del Fiel y Verdadero.
Por la misericordia del Omnipotente Salvador Jesucristo, se hará propicia de tu amada Iglesia su salvación,
para ser arrebatada a la morada eterna en el día postrero.
Paz de Cristo
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