Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.
Si quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la tierra; si no quisiereis y fuereis rebeldes, seréis consumidos a espada; porque la boca de Jehová lo ha dicho.
¿Por qué la humanidad es displicente con la unción santa?
¡Y ni uno solo hizo el bien, asevera el Sagrado Escrito!
Ante lo excelso creado por el Todopoderoso Señor y Salvador Jesucristo,
subyace la animadversión del mundo perverso.
¿Únicamente somos los seres humanos, la punta de lanza de lo inicuo,
en todo el universo?
En el hombre se ha difuminado hasta tal punto el instinto primario,
que no revierte porcentualmente en su existencia.
Sin embargo, está influido por una inteligencia tan en precario,
que choca, oh Cristo Jesús, con tu sobrenatural pensamiento de sagrada excelencia.
¡Oh Altísimo Señor, a la despiadada mundanidad has puesto en máxima alerta!
Y toda la desmesurada arrogancia de los altaneros seres vivientes, por un invisible virus, han tenido que padecer muerte y confinación en una larga cuarentena.
Gracias, oh Sumo Hacedor, por blindarnos en tu gozo, que es nuestra fortaleza.
Gracias, oh Fiel y Verdadero, por habernos revelado tu Palabra de vida eterna.
La Biblia dice: Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano.
Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar.
Esfuérzate y sé valiente, para superar en el nombre de Jesús el camino angosto;
y ese será el momento solemne, en el que con unción de lo alto habrás podido al fin amar.
Paz de Cristo
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