- Escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete espíritus de Dios, y las siete estrellas dice esto: Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto.
- Sé vigilante, y afirma las otras cosas que están para morir; porque no he hallado tus obras perfectas delante de Dios.
- He de sepultar todo lo inicuo,
- para que sean por la Palabra mis ignominiosos hechos purificados.
- Nuestra inmedible torpeza,
- únicamente será transformada por el poder de la Sagrada Escritura.
- Y de tan indubitable certeza,
- nos habla el Rey de reyes, diciéndonos: Qué no entraremos en su reino, sino nos convertimos, a través de su nombre que es sobre todo nombre, en una nueva criatura.
- Existen partes en nuestra alma,
- que no han sido redimidas por la majestuosa luz del Sumo Hacedor.
- Y esto se advierte en la indolencia del que no ama;
- al no conocer por la instrucción de las buenas nuevas de salvación eterna, que Dios es amor.
- Jesús, dijo: Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
- Yo soy la vid, vosotros los pampanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.
- Salvo será el que persevere hasta el fin.
- Porque contra la Iglesia de los santos, las tinieblas no podrán prevalecer.
- En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzo la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.
- El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.
- En el Santo Espíritu ha de guardarse nuestra acción venidera,
- para ser revestidos de la paz eterna.
- Paz de Cristo
domingo, 20 de septiembre de 2020
APOCALIPSIS 3:1-3 EN CRISTO
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