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lunes, 21 de septiembre de 2020

SANTIAGO 2:19 EN CRISTO

  • Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios cren y tiemblan. 
  • El ser humano se debate entre la eterna gloria, y el abominable infierno.
  • No existe deriva maligna, oh Cristo Jesús, para los que en tu santo nombre oran y velan.
  • Sin embargo,  también deambulan un sinnumero de moribundos, que su sepultura en el seol han dispuesto. 

  • La Biblia dice: Al llegar él a tierra, vino a su encuentro un hombre de la ciudad, endemoniado desde hacía mucho tiempo; y no vestía ropa, ni moraba en casa, sino en los sepulcros. 
  • Éste, al ver a Jesús, lanzó un gran grito, y postrandose a sus pies exclamó a gran voz: ¿Qué tienes conmigo Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te ruego que no me atormentes.
  • Esta es la magnificencia del Soberano Dios Omnipotente al que sus consagrados siervos amamos.
  • Y es que, ninguna tiniebla prevalece, ante la majestuosidad de sus eternos poderes.

  • El obscuro pensamiento del inicuo,
  • no le permite orientarse más allá de sus propias narices.
  • Y su miopía espiritual llega a un punto tan esperpéntico,
  • que los claros obscuros de su vida se vuelven entenebrecidas directrices.

  • La Biblia asevera: Volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre. 
  • Y les dijo: Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. 
  • Ante los genuinos hijos de Dios, el diablo se debilita, y contra ellos no puede.
  • Pero entre los seres humanos,  existen multitudes que al maligno le otorgan su beneplácito.
  •  
  • Jesús, dijo: ¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra.
  • Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira. 
  • Al que no tienen fe, le resulta imposible escuchar al Todopoderoso Señor y Salvador, que no ama.
  • Y únicamente su sórdida mente constata, oh Rey de la gloria, una imaginada y letal ignominia. 
  •                        Paz de Cristo 

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