- Oh Cristo, ninguna acción es menor en tu presencia;
- más bien, la bondad y la maldad son reconocibles en cantidades muy ínfimas.
- Y es que, para revestirte de excelencia,
- habrás de seguir cada huella del Rey de la gloría, en sus enseñanzas santísimas.
- La armonía en el ser humano, como preambulo,
- le remite a la absoluta obediencia de la Sagrada Palabra.
- Y hasta en el más sucinto acto,
- el predicador siempre anunciará que Jesús te ama.
- Ni una sola vicisitud será óbice, oh Alto y Sublime,
- para rendir obediencia a tu gloriosa voluntad.
- Y niguna tibieza, oh Señor, quedará impune,
- ante tu majestuosa verdad.
- La Biblia dice: El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía.
- He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.
- En tu efímera vida de nada vale la autosuficiencia como guía;
- todo el control universal, oh Sumo Hacedor, lo tiene tu excelsa diestra.
- La salvación, por gracia, de nuestro Altísimo Señor Jesucristo,
- nunca podra tener cabida en el entendimiento del alma viviente.
- Habras de recibir la revelación del Santo Espíritu,
- para que a las señales del fin, seas un siervo que emanes un loor que te guarde en lo excelente.
- Paz de Cristo
domingo, 13 de septiembre de 2020
¿VIVO EN ARMONÍA CON TU VOLUNTAD, OH CRISTO?
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