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martes, 6 de octubre de 2020

SALMO 103:1, 2 EN CRISTO

  • Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre.
  • Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios. 
  • No existe mayor galardón que bendecir al Omnipotente;
  • este es el grandioso favor, que nos ha sido concernido a los que somos sus verdaderos hijos. 

  • Es irrefutable, que la Sagrada Biblia nos ha dado el conocimiento de la verdad. Y la verdad es Cristo. 
  • El texto bíblico, oh Señor, nos edifica en la eternidad de tu pensamiento. 
  • La Palabra no pasará, y ella pesará nuestro corazón en el juicio,
  • y se pronunciará con su sagrado discernimiento. 

  • La Biblia dice: Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. 
  • Toda la Escritura es inspirada por Dios, y util para enseñar, para redargűir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.
  • La diferencia entre la naturaleza humana y la divina lo suple la incorruptible santidad, que permitirá ver al Señor en su gloriosa plenitud, 
  • al haber sido el alma glorificada.

  • Y también: Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. 
  • Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.
  • No es substantivo llegar el ultimo o el primero a la eternidad;
  • lo primordial es saber, que has sido de la Sagrada Palabra su genuino hacedor.

  • Jesús, dijo: No hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan.
  • Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. 
  • Tiene que ser consubstancial al Evangelio de la gracia en Cristo, que los seres humanos con solemne reverencia lo compartan,
  • para poder abrir la puerta sagrada y eterna de la salvación. 
  •                            Paz de Cristo 

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