Oh Cristo, del hombre es la insolencia,
que desvirtúa el corazón.
Su hipócrita avenencia,
se convierte en malos pensamientos, adulterios, homicidios, hurtos, avaricias, maldades, engaño, lascivia, envidia, maledicencia, soberbia, insensatez y fornicación.
Oh Cristo Jesús, Tú desenmascaras con la Palabra,
a los que por sus labios entenebrecidos pronuncian tu Nombre.
Blanqueados sepulcros, que esconden al que no ama,
en el Seol lúgubre.
Oh Señor Jesucristo, tu senda sagrada,
nada más pueden pisar los que por el Espiritu, a Jesús, llaman Señor.
Del alma bienaventurada,
con excelencia emana el irreprensible amor.
Oh Cordero inmolado, la creación gime de dolor,
para que en ella tenga cumplimiento el juicio de la universal redención.
Solo, oh Rey de reyes, en tu incomparable amor,
hay eterna bendición.
Oh Señor Omnipotente, el desconocimiento de tus prodigios,
llevan al ser humano a pedir sabiduría de lo alto.
En los principios bíblicos confiamos,
para traspasar el umbral del cielo santo.
Paz de Cristo
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