Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
La muerte perpetua, es para el que vive en la carne; y para el que ha muerto en la carne, su galardón es de vida eterna.
De lo recibido de tu gracia, oh Cristo,
de eso damos, para circuncidar el corazón del alma inconversa.
¿Se puede desaprender lo aprendido en el Nombre de Jesús?
¡Sí! En el bautismo, sepultas todos los pecados, para ser una nueva criatura en Cristo.
Y resucitas en su admirable luz,
recibiendo el don del Santo Espíritu.
Oh Señor Jesucristo, tu obra redentora fue connivente al ser humano,
después de dar muerte, oh Rey de la gloria, al pecado en tu carne.
Y tu victoriosa resurrección, se convirtió en expiación de todo lo profano,
al dar vida y vida en abundancia a todas las almas que creyeron, oh Señor, en tu eterno olor fragante.
Oh Fiel y Verdadero, tu fidelidad es de tanto poder,
que deja perplejo, incluso al que en tu Nombre ha dado el paso de fe.
Recuerda, que para agradar al Señor, has de creer;
y esto incluye la genuina convicción de lo que no se ve.
Oh Redimidor Omnipotente, tu preciosa sangre derramada en el Calvario,
ha dado pureza al corazón que en ti creyó.
Y solo el discípulo que haya guardado obediencia al Evangelio,
verá el rostro del Señor, que estuvo muerto; y para ser nuestro Salvador, resucitó.
Paz de Cristo
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