Oh gloria, de tu eterno misterio,
me ha participado el Sumo Hacedor.
Por el don de la fe soy siervo;
concebido, oh Rey de reyes, en el santuario de tu amor.
Despertaste en mi corazón, oh Cristo,
el conocimiento de la salvación revelada.
Por la verdad del Santo Espíritu,
mi alma siente el prodigio, de en el día postrero ser salva.
Oh Señor Jesucristo, Tú me escogiste,
para la gran misión de evangelizar la tierra.
Mi lenguaje adaptaste,
con una precisa versificación poética.
A mi inspiración has elevado al tercer cielo,
para que sea manifestado lo inefable.
La rima de cada cuarteto,
Oh Señor, busca tu majestuosa belleza inmarchitable.
Oh Omnipotente Redentor, con tu preciosa sangre derramada en el Calvario,
has revestido de gracia el universo.
Y los ríos de agua viva, han dado forma a los sobrenaturales cauces del milagro,
que se regocijan en la soberanía del Todopoderoso Cordero inmolado.
Paz de Cristo
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