Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará.
El irrefrenable pálpito de la fe, oh Cristo, hizo la diferencia.
La acción del milagro, en la distancia se cumplirá,
porque lo imposible para el hombre, le es factible a tu presencia.
De inefable, oh Cristo,
define el racionalismo humano tu omnipresencia.
En la ubicuidad del Espíritu,
es probada tan majestuosa excelencia.
Deposita tu fe en el Señor,
y toda inexpugnable fortaleza será asolada.
Por el poder de su sublime amor,
ha sido nuestra alma blindada.
Oh Señor Jesucristo, por tu senda sagrada,
sufriste el escarnio y los lacerantes latigazos, antes y durante la tortuosa crucifixión.
Para que se cumpliera la Escritura Sagrada,
rindió santa obediencia, oh Rey de la gloria, tu corazón.
Oh Hijo del Hombre, Tú agonizabas como carne de pecado,
para redimir nuestro pecado en la carne.
Oh Señor Jesús, con la frase, consumado es, al cielo subió el espíritu del Todopoderoso, que había expirado.
Y el mayor milagro del primogenito de los muertos, fue al tercer día en el sepulcro, su resurrección per se.
Paz de Cristo
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