Oh Cristo, el tibio arrepentimiento,
subyuga al que no es libre; has de morir y resucitar, para ser salvo, con el Cordero inmolado.
Lo saben todas las estrellas del firmamento.
Y tú, que crees que vives, y estás muerto; habrás de besar los pies del Señor, con lágrimas de sangre en tu genuino arrepentimiento, para no sufrir las llamas eternas del condenado.
Que emane del corazón,
el olor fragante de Cristo Jesús.
No existe mayor bendición,
que resplandezca en nuestra alma su admirable luz.
Si para llamar a Jesús, Señor,
has de manifestarlo en el Espíritu.
No seas un sepulcro blanqueado de amor,
dándole una micra de mérito al maligno.
El que está a la defensiva;
no advirtió, que su fortaleza es el gozo del Señor Jesucristo.
El Omnipotente, ha dicho: Yo pagaré, mía es la venganza.
Nada se substrae a su Santo Espíritu.
El Todopoderoso, dijo: Si no te niegas a ti mismo y no das tu vida por mí,
no eres digno de seguirme.
Que tu verdadero arrepentimiento sea antes del fin; para decirle al Rey de la gloria, heme aquí.
Y en el libro de la vida, se vea escrito, la salvación del alma en tu nombre.
Paz de Cristo
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