Del polvo de la tierra, al hombre formaste,
y aliento de vida soplaste en su nariz.
Así el ser vivo, por ti fue creado, oh Señor Omnipotente;
porque Tú has sido propiciación , de nuestro principio y también de nuestro fin.
Oh Sumo Formador, Tú conoces nuestra condición, y sabes que somos polvo.
A la desintegración del cuerpo, obedece la vida de la humanidad en su rictus final.
Nunca, ningún ser creado, a convertirse en tierra se opuso;
antes bien, si no recibiera sepultura su semilla, no podría glorificarse en un cuerpo celestial.
Oh Señor Jesucristo, Tú eres el primogénito de los muertos resucitados;
y nos has dado gloria de vida eterna.
Serán bienaventurados,
los santos de su Iglesia amada, a los que el Todopoderoso se la conceda.
Nuestra efímera carnalidad,
la ha desdibujado el innombrable, distorsionando la sana doctrina.
Los idólatras no traspasarán el umbral de la eternidad;
porque de las llamas de su condenación a la gloria, les separa una abismal sima.
Oh Redentor, tus doctrinas fundamentales son: arrepentimiento; bautismo en el Nombre de Jesús, para el perdón de los pecados; y recibir el don del Espíritu Santo.
Así te conviertes en una nueva criatura en Cristo Jesús.
Porque todo el bautizado en Cristo, de Cristo está revestido, y lleva consigo el galardón de ser salvo.
Libertados fuimos de las tinieblas, para transformarnos en eternos hijos de luz.
Paz de Cristo
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