El misterio que proyecta la máxima fe en Cristo,
se consuma,
en el clamor santo del espíritu,
que no duda.
El prodigioso poder interior,
se te ha concedido por ser hijo de Dios.
Y este solo se hace real en la fe del adorador,
que revierte lo inicuo en propósitos benditos.
Fruto del Espíritu es la fe:
un don del Altísimo,
que no se ve;
pero que lo magnifica el poder santísimo.
Jesús, dijo: El que cree en mí, aunque esté muerto vivirá.
Esta sagrada frase define la fe.
Y en la gloria no entrará,
el alma que no se convirtiere en la que de niño fue.
Si la fe de tu corazón,
deriva en la insuficiencia.
Y no siente, en le Señor Jesucristo, el gozo de la eterna provisión,
se desvirtuará en fútil obsolescencia.
De lo recibido de gracia, dad de gracia.
Porque la bendicion de Dios es la que enriquece, y no añade tristeza con ella.
La vida eterna es fe y fe de excelencia;
si en el Espíritu del Omnipotente Redentor,
multiplicáramos exponencialmente la certeza, de que en todo se manifiesta el verdadero milagro de su sagrada huella.
Paz de Cristo
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