¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra.
Obedecer tu Palabra, es mi alto destino.
Y sustentado estoy por la gracia,
oh Rey de reyes, que de ti recibo.
El ser humano en su contumacia,
se obstina en vivir sin Cristo.
Pon tus ojos en Él y serás vivificado por su presencia,
que derrama la unción del Santo Espíritu.
Oh Cristo Jesús, tus pruebas son parte del camino sagrado,
que nos edifican en santidad.
El fin es ser en tu nombre, oh Señor, bienaventurado,
por el conocimiento de la verdad.
Oh Señor Jesucristo, al contemplar el resplandor de las estrellas en el firmamento,
nos es sobrevenida por revelación, la existencia del único Dios Todopoderoso.
No es asociada a nuestra razón la visión del Fundamento;
sino al santuario del corazón, que se ha visto de lo sobrenatural concernido al visitar la inmensidad del universo.
A toda alma predicaré tu Evangelio, oh Sumo Hacedor,
para que en el día postrero sean de salvación en la gloria.
Y ser arrebatada anhela fervientemente tu Iglesia santa, oh Omnipotente Redentor,
que holló hasta lo último de la tierra, anunciando tu glorioso nombre que es el de la eterna victoria.
Paz de Cristo
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