No te escondas, y desnuda el alma en Cristo,
para que se manifieste la integridad de tu ser.
Y es que solo la verdad del Santo Espíritu,
permitirá al ojo, que es la lámpara del cuerpo, ver.
Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel al que tenemos que dar cuenta.
Y es que el Todopoderoso,
a discernido el pensamiento y la intención de tu corazon fluctuante.
Porque, oh Señor, a la inmensidad del universo,
has dado vida a través de tu obra maestra, el ser humano, por el derramamiento y redención de tu preciosa sangre.
La paga del pecado es muerte.
Y es muy difícil revertir el gran lastre, que al desnortado en su deriva, oh Rey de la gloria, le ha generado la iniquidad.
Pero en un prodigioso de repente,
oh Redimidor, con tu gracia harás como el mediodía su obscuridad.
Oh Cristo Jesús, Tú viniste a deshacer las obras del maligno.
Y lo derrotaste en la cruz del Calvario;
porque, oh Señor de señores, Tú pones tu vida y la vuelves a coger.
Has de saber en el nombre de Jesús, que si hasta el fin perseveras en su perfecto camino,
no habrá ninguna tenebrosa tormenta que te impida vencer.
Jesucristo, es tu escudo,
y la espada de doble filo que has de blandir, su Palabra.
Nada más con tu Espíritu, oh Sumo Hacedor; y sin fuerza, ni ejército habré doblegado al mundo.
Y es que la justicia de Dios, es el revestimiento sin fisuras de la sagrada coraza.
Paz de Cristo
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