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lunes, 6 de mayo de 2019

MARCOS 16:14 EN CRISTO

Finalmente se apareció a los once mismos, estando ellos sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado.
Oh Cristo, Tú eres el autor y consumador de la fe. ¿Y tus discípulos no creyeron que habías resucitado?
¿Oh Señor, a quién le revelarás tu gloria, para ser digno de la eterna salvación y bienaventurado?
Ni un segundo de mi existencia dejaré de buscar tu rostro, oh Rey de la gloria, será hasta la consecución del día postrero, para ser en tu nombre glorificado.

Oh Señor Jesucristo, Tú eres el soberano de la creación. 
Y con tu muerte, y muerte de cruz venciste al que tenía el imperio de la muerte.
Oh Cordero inmolado, en todo el universo se oyeron los latidos de tu entregado y ferviente corazón, 
que derramó corporalmente toda la preciosa sangre del nuevo pacto de tu gracia; para a ti, hombre de endurecida incredulidad, redimirte.

Si no estimó ser Rey universal, para convertirse en el mayor siervo de la humanidad.
Y a sabiendas de conocer el oprobio de su pueblo, que no le recibió.
Él predicó el Evangelio de eternidad,
que es poder de Dios, para todo el que creyó.

El Hijo del Hombre, nació en un pesebre;
y por ser el Padre eterno, lo convirtió en un templo universal.
Oh Señor Jesús, me revelaste tu nombre que es sobre todo nombre, para ser en tu verdad libre.
Y en la adoración de tu presencia, siento que derramas en lo profundo de mi alma la paz celestial.

En tu misterio eterno, oh Sumo Redentor, 
tomaste la decisión de salvar al ser humano, que estaba destituido de la gloria.
Y te humanaste, porque Tú sabías, oh Señor omnisciente, que solo tu sacrificio de sagrado amor,
le daría la sacrosanta victoria.
                              Paz de Cristo

















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