De la boca de los niños y de los que maman fundaste la fortaleza, a causa de tus enemigos, para hacer callar al enemigo y al vengativo.
Y a toda su iniquidad diste sobrenatural respuesta.
De los cielos descendió contigo el Evangelio, oh Cristo,
para ser proclamadas las buenas nuevas de salvación eterna.
Oh Cristo Jesús, Tú hablas al niño con tal ternura,
que él oye tu voz en lo más íntimo de su corazón.
Y siente en ti, oh Rey de reyes, la inocente hermosura,
que propicia la gloriosa salvación.
Oh Señor Jesucristo, a los niños has revestido de la excelencia del amor,
que es la fortaleza inexpugnable.
Y ante cualquier asechanza del maligno, oh Señor,
se muestra infranqueable.
Cada mañana despierta al niño,
el gozo de tu presencia, oh Señor Omnipotente.
Y le das el alimento preciso;
porque de los que maman, formaste la fortaleza del ser creyente.
Jesús, dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos.
Si anheláis ser salvos, buscad primeramente el reino de Dios y su justicia;
y os convertiréis en uno de ellos,
para que seáis arrebatados a la eternidad de la gloria santísima.
Paz de Cristo
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