Oh Cristo, inexcusable para ser tu testigo,
es el escudo de la fe.
Que sea de tu talla,
perfectamente ensamblado en un irreprensible corazón definido;
y que pueda ver, donde el inicuo invidente es.
Oh Cristo Jesús, resistiré impertérrito en tu nombre,
toda asechanza del maligno.
Y siempre me preservará el santo blindaje,
de ser un discípulo digno.
No existe nada que conmueva al Señor Omnipotente,
sea cual sea la perversa naturaleza.
El siervo que en Él permanece,
traspasará el umbral de la gloria con máxima certeza.
Oh Fiel y Verdadero,
Tú eres el autor y consumador de la fe.
Y los salvos del día postrero,
no dudaron al creer, oh Señor, en tu sobrenatural llaga, que los sanó per se.
Oh Omnipotente Redentor, desde antes de la fundación del mundo,
escogiste a tu amada Iglesia.
Y librada por el escudo de la fe, protegiste su alma del Seol, que es la infernal sepultura del moribundo.
Y de gracia alcanzará el tabernáculo de la sagrada Jerusalen eterna.
Paz de Cristo
No hay comentarios:
Publicar un comentario