Oh Cristo, el poder de tu eterno pensamiento,
lo has hecho propicio en el santo corazón.
Este ímprobo propósito,
oh Señor, es un milagro de tu prodigiosa unción.
Oh Cristo Jesús, el profundo conocimiento de tu Palabra,
nos ha multiplicado en el alma la obediencia.
El discípulo que en su sabiduría ahonda,
recibe, oh Rey de reyes, la gloriosa llenura de tu presencia.
Creer con determinación en ti, oh Señor Jesucristo,
nos permite ver tu gloria.
Y a través de la verdad del Santo Espíritu,
proclamaremos la victoria.
Oh Sumo Hacedor, perfecciona en mí la obediencia,
a la Sagrada Escritura.
Para no ser solo oidor, oh Cordero inmolado, de tu omnisciencia;
sino rendir a la Biblia máxima solemnidad,
asiéndonos a ella con el primer amor de una nueva criatura.
Oh Omnipotente Salvador, el sometimiento a tu Evangelio,
se traduce en el perfecto fruto de excelencia.
Seguid el angosto camino, del que siendo Rey se hizo siervo de todo el universo,
para la consumación de las Escrituras, en la humillante cruz de la obediencia.
Paz de Cristo
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