- He aquí que tú eres hermosa, amiga mía; he aquí que tú eres hermosa; tus ojos entre tus guedejas como de paloma; tus cabellos como manada de cabras que se recuestan en las laderas de Galaad.
- Tus dientes como manadas de ovejas trasquiladas, que suben del lavadero, todas sin crías gemelas, y ninguna entre ellas estéril.
- Oh mi Cristo, si en el reseco yermo hay santidad,
- crecerá en él un vergel fértil.
- Tus labios como hilo de grana, y tu habla hermosa; tus mejillas, como cachos de granada detrás de tu velo.
- Tu cuello, como la torre de David, edificada para armería; mis escudos están colgados en ella, todos escudos de valientes.
- Oh Cristo Jesús, los que se separan de tu provisión excelsa, no traspasarán el umbral del cielo;
- ni en tu luz inaccesible, oh Señor, serán almas vivientes.
- Tus dos pechos, como gemelos de gacela, que se apacientan entre lirios.
- Hasta que apunte el día y huyan las sombras, me iré al monte de la mirra, y al collado del incienso.
- Oh Santo de Israel, ¿quiénes son tus verdaderos hijos?
- Sí, los celosos heraldos, oh Señor, que predican hasta lo último de la tierra el Evangelio.
- Toda tú eres hermosa, amiga mía, y en ti no hay mancha.
- Ven conmigo desde el Líbano, oh esposa mía; ven conmigo desde el Líbano. Mira desde la cumbre de Amana, desde la cumbre de Senir y de Hermón, desde las guaridas de los leones, desde los montes de los leopardos.
- Oh Cristo de la gloria, es tu amada Iglesia, sin arruga y sin mancha,
- la única, oh Rey de reyes, que en tu bendito nombre puede testificar con todos sus miembros santificados.
- Paz de Cristo
martes, 27 de febrero de 2024
CANTAR DE LOS CANTARES 4:1,2 EN CRISTO
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