- ¡Oh, si tú fueras como un hermano mío que mamó los pechos de mi madre! Entonces, hallándote fuera, te besaría, y no me menospreciarían.
- Yo te llevaría, te metería en casa de mi madre; tú me enseñarías, y yo te haría beber vino adobado del mosto de mis granadas.
- Oh mi Cristo, todas las almas que en tu majestuoso nombre se glorían,
- serán por tu excelsa diestra santificadas.
- Su izquierda esté debajo de mi cabeza, y su derecha me abrace.
- Os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, que no despertéis ni hagáis velar al amor, hasta que quiera.
- Oh Cristo Jesús, lo que del corazón de tus santos siervos subyace,
- es la verdadera esperanza de paz eterna.
- ¿Quién es ésta que sube del desierto, recostada sobre su amado? Debajo de un manzano te desperté; allí tuvo tu madre dolores, allí tubo dolores la que te dio a luz.
- Pónmelo como un sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo; porque fuerte es como la muerte el amor; duros como el Seol los celos; sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama.
- Oh Cristo Alísimo, de tu celestial plenitud,
- recibe piadosa provisión el alma.
- Las muchas aguas no podrán apagar el amor, ni lo ahogarán los ríos. Si diese el hombre todos los bienes de su casa por este amor, de cierto lo menospreciarían.
- Tenemos una pequeña hermana, que no tiene pechos; ¿Qué haremos a nuestra hermana cuando de ella se hablare?
- Oh Rey de reyes, todas las almas del mundo de tu gloria serían;
- si con fervor, un probo heraldo, sin desmayo les predicare.
- Paz de Cristo
jueves, 29 de febrero de 2024
CANTAR DE LOS CANTARES 8:1,2 EN CRISTO
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