- Ahora, he aquí, ligado yo en espíritu, voy a Jerusalén, sin saber lo que allí me ha de acontecer;
- salvo que el Espíritu Santo por todas las ciudades me da testimonio, diciendo que me esperan prisiones y tribulaciones.
- Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.
- Y ahora, he aquí, yo sé que ninguno de todos vosotros, entre quienes he pasado predicando el reino de Dios, verá más mi rostro.
- Por tanto, yo os protesto en el día del hoy, que estoy limpio de la sangre de todos;
- porque no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios.
- Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual el ganó por su propia sangre.
- Porque yo sé que después de mí partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño.
- Y decñ vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos.
- Oh mi Cristo, la máxima causa es creer,
- porque únicamente suyas, son las eternas bendiciones.
- Y estas serán las Cristocéntricas glorias, que revestiran a los bienaventurados.
- Dad de gracia, porque en nuestra partida no habrá terrenal retorno;
- y es que, el recto camino es de los piadosos,
- por ser adoradores perfectos.
- No existiría el nuevo pacto de la gracia, si en la cruz del Calvario no hubieras derramado tu preciosa sangre, para redimir y justificar la ancestral y diabólica de servidumbre.
- El majestuoso perdón nos lo dio el gran Yo Soy en la crucifixión del Calvario.
- Y tenemos una inconmensurable deuda, con sus espirituales postulados.
- Paz de Cristo
viernes, 28 de marzo de 2025
HECHOS 20:22-30 EN CRISTO
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