- Y me aconteció, vuelto a Jerusalén, que orando en el templo me sobrevino un éxtasis.
- Y le vi que me decía: Date prisa, y sal prontamente de Jerusalén; porque no recibirán tu testimonio acerca de mí.
- Yo dije: Señor, ellos saben que yo encarcelaba y azotaba en todas las sinagogas a los que creían en ti;
- y cuando se derramaba la sangre de Esteban tu testigo, yo mismo también estaba presente, y consentía en su muerte, y guardaba las ropas de los que le mataban.
- Pero me dijo: Ve, porque yo te enviaré lejos de los gentiles.
- Y le oyeron hasta esa palabra; entonces alzaron la voz, diciendo: Quita de la tierra a tal hombre, porque no conviene que viva.
- Y como ellos gritaban y arrojaban sus ropas y lanzaban polvo al aire,
- mandó al tribuno que le metiese en la fortaleza, y ordenó que fuese examinado con azotes, para saber por qué causa clamaba así contra él.
- Oh mi Cristo, tus genuinos siervos en el Espíritu han de vivir.
- Porque todo se lo anunciará el Soberano Redentor, que es el primero y el último, el principio y el fin.
- Pablo esgrimía un profundo temor; porque ante el revanchismo de la ira, le tocaría irremisiblemente sucumbir.
- Sobrev los mismos que promovió aniquilación, sabía que en su afrenta perseveraban.
- Sin embargo, para el Señor tenian todos fisuras perceptibles.
- Su aniquilación, venía precedida de su propia inmundicia.
- Su funesto final era inminente;
- y únicamente el Señor Todopoderoso le podía proteger.
- Paz de Cristo
lunes, 31 de marzo de 2025
HECHOS 22:17-24 EN CRISTO
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