- Entonces, llegando el tribuno, le prendió y le mandó atar con dos cadenas, y preguntó quién era y qué había hecho.
- Pero entre la multitud, unos gritaban una cosa, y otros otra; y como no podían entender nada de cierto a causa del alboroto, le mandó llevar a la fortaleza.
- Al llegar a las gradas, aconteció que era llevado en peso por los soldados a causa de la violencia de la multitud;
- porque la muchedumbre del pueblo venía detrás, gritando: ¡Muera!
- Cuando comenzaron a meter a Pablo en la fortaleza dijo al tribuno: ¿Se me permite decir algo? Y él dijo: ¿Sabes griego?
- ¿No eres tú aquel egipcio que levantó una sedición antes de estos días, y sacó al desierto los cuatro mil sicarios?
- Entonces dijo Pablo: Yo de cierto soy hombre judio de Tarso, ciudadano de una ciudad no insignificante de Cilicia; pero te ruego que me permitas hablar al pueblo.
- Y cuando él se lo permitió, Pablo estando en pie en las gradas, hizo señal con la mano al pueblo. Y hecho gran silencio, habló en lengua hebrea diciendo:
- Oh mi Cristo, tus pruebas no las delimita ningún techo;
- pero para Pablo, la fe en Jesucristo era su indeleble certeza.
- Y es que, el griterío y las intimidaciónes, dimensionaban hasta el extremo su Cristocéntrica luz;
- porque lo que las hordas demandaban, no suponían para él ninguna ignominiosa ofensa.
- Ya en la fortaleza, las preguntas que el tribuno le hizo eran propias de un gran desconocimiento.
- Y todas obedecían a sus ignorantes e inquisitoriales interrogatorios.
- Pablo le hizo saber su verdadero origen; pero instó al tribuno, si cabía la posibilidad de que le oyeran, los que le querían ver muerto.
- Y acto seguido, le permitió hablar el ínclito tribuno.
- Paz de Cristo
lunes, 31 de marzo de 2025
HECHOS 21:33-40 EN CRISTO
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