- Ocupado en esto, iba yo a Damasco con poderes, y en comisión de los principales sacerdotes,
- cuando a mediodía, oh rey, yendo por el camino, vi una luz del cielo que sobrepasaba el resplandor del sol, la cual me rodeó a mí y a los que iban conmigo.
- Y habiendo caído todos nosotros en tierra, oí una voz que me hablaba, y decía el lengua hebrea: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa es dar coces contra el aguijón.
- Y entonces dije: ¿Quién eres, Señor? Y el Señor dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues.
- Pero levántate, y ponte sobre tus pies; porque para esto he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que me apareceré a ti,
- librándote se tu pueblo, y de los gentiles, a quienes ahora te envió,
- para que abras su ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados, y herencia entre los santificados.
- Oh mi Cristo, son tus celestiales bendiciones,
- las que derramaste sobre mí en el camino.
- Y mi caída en tierra, se tradujo en la sobrenatural y eterna salvación.
- Yo soy Jesús, a quien tú persigues.
- Y soy el primero y el último, el principio y el fin.
- Tendrás ocasión de librarte, de todo lo que en tu vida no ha tenido sentido.
- Y abrirás los ojos de los inconversos, dándoles herencia de mi linaje, para que fueren eternamente bienaventurados.
- Paz de Cristo
lunes, 31 de marzo de 2025
HECHOS 26:12-18 EN CRISTO
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