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domingo, 2 de marzo de 2025

RECIBES LA SAGRADA PALABRA, SI TE HA SIDO REVELADA POR EL TODOPODEROSO SEÑOR Y SALVADOR JESUCRISTO

  • La Biblia enseña: Murmuraban entonces de él los judíos, porque había dicho: Yo soy el pan que descendió del cielo.
  • Y decían: ¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿ Cómo, pues, dices éste: Del cielo he descendido?
  • Jesús respondió y les dijo: No murmuréis entre vosotros. 
  • Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero.
  • Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí. 
  • No que alguno haya visto al Padre, sino aquel que vino de Dios; éste ha visto al Padre. 
  • De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí tiene vida eterna. 
  • Yo soy el pan de vida.
  • Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron. 
  • Éste es el pan que desciende del cielo, para que el que de él come, no muera.
  • Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré para la vida del mundo.
  • Entonces los judios contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede darnos de comer su carne? 
  • Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. 
  • El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. 
  • Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.
  • El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él. 
  • Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí. Éste es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente.
  • Estas cosas dijo en la sinagoga, enseñando en Capernaum.
  • Oh mi Cristo, ningún ser vivo ha visto tu santuario eterno. 
  • Y por lo mismo, en una ignorancia supina está sumido.
  • Oh Rey de reyes, sencillos han de ser, ante una audiencia tan suspicaz e insolente, tus benditos exhortos.
  • Oh Rey de la gloria, tu descriptiva certidumbre de la eternidad, hace que se palpe en el incredulo oyente el errático desespero.
  • Oh Cristo Jesús, Tú eres el primero y el último, el principio y el fin. 
  • Y tomando como base esta tesis de gloria, oh Santo, es en tu omnipresencia, de donde todo genuino creyente subyace. 
  • Y es tu manifestación en carne, oh Eterno, la que afirma nuestro celestial vínculo con la gloria plena.
  • Y nos lo confirma, oh Señor, tu visitación, para que toda alma errática sea por tu excelsa diestra bendecida.
  • Porque la absoluta incomprensión acontece; cuando en el desierto, oh Sumo Hacedor, todos los integrantes de tu pueblo elegido, perecieron. 
  • Sin embargo, la visión de tu tu bendita gloria, oh Santo de Israel, nos la ofreces con una misericordia extrema.
  • Y nos la muestras en tu inaccesible luz, para que por su decrépito corazon se convierta el espíritu moribundo. 
  • Porque carente de toda verdad, se podía resumir del hombre su vida infame. 
  • Y es que, la sana doctrina del Altísimo Señor Jesucristo, se os concirnió para que fuereis salvos.
  • Porque fue tu magnificencia, oh Hijo del Hombre, la que ante la mundana incredulidad, nunca produjo en él desespero. 
  • Porque, oh Sumo Redentor, nos sacaste del pozo hediondo, para darnos luz de vida.
  • Tú, oh Cristo Jesús, eres el autor y consumador de la fe. 
  • Y el Creador universal, de principio a fin.
  • Pero todo se nos escapa, oh gran Yo Soy, de tu Señorío y Majestad latente. 
  • Este traje sapientísimo nos viene muy grande, ante la inefable eternidad del Dios Sumun.
  •          Paz de Cristo 

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