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martes, 2 de abril de 2019

EL HOMBRE, SIEMPRE INCUMPLE TU SAGRADO MANDAMIENTO, OH CRISTO

Oh Cristo, el ser humano, desde el principio, se adueñó de la insolencia, 
y desdeñó tu plan de salvación preciso.
No le bastó, oh Señor, la creación de máxima excelencia;
sino que se aventuró, por el letal camino del incircunciso.

Buscó pobres excusas, oh Cristo Jesús,
ante el hecho consumado.
He hizo caso omiso, oh Rey de reyes, de tu admirable luz,
para proveerse de lo infatuado.

Oh Señor Jesucristo, lejos de su arrepentimiento, 
se mantuvo en el oprobio.
Y obvió, oh Señor de señores, tu sagrado mandamiento,
para profundizar en el pozo hediondo.

Oh Sumo Hacedor, en la humanidad existe una connivencia concupiscente,
imposible de erradicar. 
¿Qué distorsionó el candor del alma excelente, 
en su primigenio propósito de amar? 

Oh Cordero inmolado, ofrenda de olor fragante,
fue para el mundo tu redención en el Calvario. 
Nadie tuvo piedad de tu indefenso cuerpo doliente. 
Y después de resucitado, todavía tuviste que mostrar a la incredulidad, tu sagrada llaga del santuario.
                           Paz de Cristo 









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