Nada es más excelso que la revelación de tu Palabra, oh Cristo,
para interiorizar el gozo de lo eterno.
Oh Santo Espíritu,
unge nuestra vida; y proscrito se extinguirá el yermo desierto.
Oh Cristo Jesús, la fe nos da certeza,
del glorioso Evangelio.
Multiplica exponencialmente la firmeza,
y serás digno de las promesas que descendieron del santuario regio.
Oh Señor Jesucristo, no tendré más desamparo en tu nombre;
porque Tú eres el Rey de la gloria.
Con el poder del que cree,
extenderás tus manos de pureza hasta tocar la celestial victoria.
Oh Redentor, en tu crucifixión,
las almas circuncisas nos rendimos ante tus pies sagrados.
Y hubo un pálpito en el corazón,
que revistió de blanco lino a los bienaventurados.
Las ovejas oyen tu voz, oh Salvador,
y te siguen.
Profésale el más profundo amor,
y tu nombre permanecerá escrito en los cielos que te bendicen.
Paz de Cristo
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