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viernes, 5 de abril de 2019

MATEO 10:14 EN CRISTO

Jesús, dijo: Y si alguno no os recibiere, ni oyere vuestras palabras, salid de aquella casa o ciudad, y sacudid el polvo de vuestros pies.
Esta gran ofensa, se volverá tu maldición.
Solo el genuino arrepentimiento, no será despreciado por el Rey de reyes; si contrito y humillado, le adorara tu corazón.

El irreverente oprobio al Todopoderoso Redentor,
no derrama bendición del cielo.
Al rehusar su eterno amor,
te has determinado, del innombrable, siervo.

Al más vil pecador,
vino a redimir Cristo.
Pero a Jesús, habrá de llamar Señor,
en la gracia del Santo Espíritu.

La predicación de la Palabra,
requiere una irreprensible solemnidad.
Y que el alma que la anuncie, oh Cristo Jesús, esté consagrada,
en el santuario de la verdad.

Oh Señor Jesucristo, tu gozo es nuestra fortaleza, 
y la gloria hemos visto predicando el Evangelio. 
En el don de la fe, encontramos la certeza,
que es un sagrado privilegio.

Formar parte de la Iglesia del Señor, 
se postula desde la renuncia al execrable pecado.
Por su dádiva de amor,
la infalible balanza del Salvador, pesará la santidad del justo y bienaventurado.
                       Paz de Cristo 






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