Bendito sea Jehová, que oyó la voz de mis ruegos.
En Él nunca hubo doblez.
Su reino es el único inconmovible entre los reinos,
por ser el invariable santuario, que sacia con la verdad toda despiadada sed.
Oh Cristo, tu has tenido misericordia en todas mis plegarias.
dándoles una respuesta santa.
En la tenebrosa tormenta encendiste luminarias,
que transformaron mi alma en radiante lámpara.
Por la incertidumbre, oh Cristo Jesús,
somos continuamente acosados.
Y en la senda angosta nos ha libertado, oh Señor, el candor de tu admirable luz,
para ser tus discípulos bienaventurados.
Oh Señor Jesucristo, en la paz de tus alturas,
ha dado inicio el apacible vuelo del alma.
Ya no está sujeta a las pérfidas caricaturas,
del inmundo que no ama.
Oh Fiel y Verdadero, permíteme desvelar que la cruz donde te ajusticiaron,
fue el abominable instrumento de muerte.
Anatema perverso es, de los que la idolatran o la idolatraron.
Y que, oh Cordero inmolado, recibimos vida, y vida en abundancia de la excelsa gracia: todos los que tenemos fe, en el eterno poder del glorioso derramamiento de tu preciosa sangre, al propiciar la justicia universal en tu nombre, oh Todopoderoso Padre.
Paz de Cristo
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