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viernes, 18 de febrero de 2022

ISAÍAS 43:24,25 EN CRISTO

  • No compraste para mí caña aromática por dinero, ni me sacaste con la grosura de tus sacrificios, sino pusiste sobre mi la carga de tus pecados, me fatigaste con tus maldades.
  • Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mi nombre, y no me acordaré de tus pecados. 
  • Oh mi Cristo, revístenos de tu santísima verdad, para que te seamos siempre fieles;
  • y moremos en la gloria con los bienaventurados. 

  • Jesús, dijo: Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. 
  • Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.
  • Oh Soberano Redentor, testigo fue el cielo de tu sacrificio en la cruz del Calvario, cuando el velo del templo se rasgó de arriba abajo con tu muerte aquel día,
  • para ser de redención y justificación de todos nuestros pecados.

  • Jesús, enseña: No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido a abrogar, sino a cumplir. 
  • Porque de cierto os digo que hasta que pase el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. 
  • Oh Santo de Israel, con la revelación de tus palabras has sido meridiano al definir,
  • que todo en la totalidad del universo está medido.

  • Jesús, enseña: De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos. 
  • Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. 
  • Oh Sumo Hacedor, únicamente de tus genuinos siervos, 
  • son los gloriosos aposentos. 

  • Jesús, enfatiza: No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan.
  • Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
  • Oh Sumo Salvador, de tu Sagrada Palabra, muchos preceptos por cumplir nos restan;
  • pero la obra que en tus perseverantes discípulos comenzaste, la perfeccionarás hasta el fin para su eterna salvación. 
  •                 Paz de Cristo 

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