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sábado, 27 de mayo de 2023

NO TENEMOS FE GENUINA, SINO TE AGRADAMOS HASTA EL EXTREMO, OH CRISTO

  • La Biblia dice: Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle?
  • Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad de mantenimiento cada día,
  • y alguno de vosotros les dice; Id en paz, calentaos y saciaos, pero no le dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovechará?
  • Así también la fe, si no tiene obras es muerta en sí misma.
  • Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras.
  • Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan.
  • Oh mi Cristo, de tus gloriosas enseñanzas he de ser hacedor siempre;
  • porque al texto bíblico, nadie que anhele ser salvo desafía,
  • y de su Sagrada Palabra a las almas predicará.
  • Aprovecha hasta el último segundo de tu vida para hacer pública la verdad santísima.
  • Y no parafrasees, ten certeza de lo que dijo el Señor Jesucristo, para que sean de sus labios fidedignas,
  • y su sello eterno tendrán. 

  • Oh Cristo Redentor, 
  • tu muerte, y muerte de cruz; no siempre se tradujo en el culmen de la lealtad, de los que dicen creer en tu santo nombre;
  • porque sólo Tú nos das excelso amor, 
  • oh Hijo de Hombre. 

  • La Biblia enseña: A la pregunta de sus discípulos: ¿Quién, pues, podrá ser salvo?
  • Jesús les dijo: Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios. 
  • Sobre el peso espiritual de cada corazón, Tú dictarás sentencia, oh Cristo Jesús, y únicamente enviarás a la gloria, al que sus irreprensibles obras le confirman como tu perfecto siervo. 

  • Oh Rey de reyes y Señor de señores, 
  • el que no ha dejado de acatar la inercia de su atavismo carnal,
  • nunca a podido interiorizar con gran celo, oh gran Yo Soy, tus misericordias y favores;
  • porque su existencia dista un abismo de tu sobrenatural reino celestial. 

  • Jesús, enseña: Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria,
  • y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. 
  • Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. 
  • Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. 
  • Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. 
  • Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber?
  • ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos?
  • ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?
  • Y respondiendo el Rey  les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis. 
  • Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.
  • Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber;
  • fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis. 
  • Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos?
  • Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis. 
  • E irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna. 
  • Oh Cristo Altísimo, regocijo sentimos tus piadosos siervos a testificar en tu memoria,
  • porque nuestro fin último es ser tus probos hijos.
  • Y sabemos que tendremos que hollar una angosta vereda,
  • donde tendremos que predicar al espiritualmente moribundo;
  • si eso es lo que nos demanda nuestro glorioso fin.
  • Pero nos embarga la idea, oh Santo, de que en ti,
  • hemos podido invariablemente creer.
  • Y a todas tus instrucciones bíblicas asentimos, 
  • para serte fieles, con un perseverante si.
  • Sí, siempre nos redargűiste, 
  • para que nuestro norte fueren tu eternos bienes.
  • Porque los que no hayáis podido creer,
  • del abismo pendisteis. 
  • Y los que en tu majestuoso nombre creímos, oh Eterno, de gloria nos revestiste.
  • para guardarnos en tu celestial morada. 
  •               Paz de Cristo 

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