Lávate con el agua pura de la Salvación.
Y sacia al extremo tu sed con el poder
de la bendición,
que te ofrece el Santo de Israel.
Tu mirada interior
se ve sumida en el Espíritu:
manifestación de Cristocentrico amor,
en la que sus ríos de Agua Viva desembocan torrencíalmente en Jesucristo.
Luz de admirable transparencia,
fue su Inmolación en la cruz, como Cordero del Sacrificio.
No habrá preclaro pensamiento, ni sabiduría de obediencia,
que haga remisión de todos nuestros pecados; solo los limpia la Preciosa Sangre de nuestro Señor Jesucristo.
Postrado a los Pies de Cristo,
la espiritualidad cautiva el alma:
desbordado caudal del Santo Espíritu,
que salta para Eternidad, y da Gracia al que ama.
La Gloria es el paraíso del amor perfecto.
En la Nueva Jerusalén,
veremos, oh Señor, el inefable fulgor de tu Rostro.
Y será nuestro gozo, el Eterno Amén.
Paz de Cristo
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