Tus pisadas, oh Cristo, abren la sublime senda de belleza;
al ofrendar el bautismo Santo, que unge
con pureza.
Transformas lo natural, oh Cristo Jesús,
en tu sobrenatural pensamiento.
Todo obedece a la admirable Luz,
que sobredimensiona, el espacio y el tiempo.
El hecho distorsionado, oh mi Cristo,
resuelto al instante queda.
Soberano es el Espíritu,
que la perversión del alma, convirtió en circuncisa.
No es un obstaculo la muerte;
si el Rey de reyes,
con voz de Eternidad solemne,
proclama la vida en milagrosas resurrecciones.
Cuando arrecia la tempestad,
Oh Señor de señores, su ira, Tú calmas.
Y al agua, la sazonas con bondad,
para ser el vino Santo, de almas salvas.
Paz de Cristo
No hay comentarios:
Publicar un comentario