Oh Cristo, transformaste la realidad visible,
con tu Poder Santo;
porque no hay nada imposible,
para el que creyere y tocase la Gloria de tu Manto.
Oh Señor, al inquirir en tu Gracia,
nos abruma la certeza
de que tu Sublime Presencia,
es el Alfa y la Omega de tu Eterna Grandeza.
Oh Jesús, en un imperceptible lapso de tiempo
a Lázaro resucitaste;
y sin aparente proceso,
al liberar sus ataduras, el Misterio de tu Reino revelaste.
No todos dormiremos;
pero en todos habrá transformación.
Sin pecar, de blancura espiritual gozaremos;
porque en tu postrero Juicio, Señor Jesucristo, será pesada la bondad del corazón
El Señor de la libertad
es Jesús;
y solo te concederá la Eternidad,
si transformado fueras en su Luz.
Paz de Cristo.
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