Huid de la autocomplacencia insolente.
Oh Cristo, somos ovejas de tu Reino, que rescatate de la sepultura del mundo.
Hemos de tener siempre al Cordero Inmolado presente;
y ofrendar nuestra propia vida al Señor de señores, que nos escogió del séptico pozo hediondo.
Buscad la Santidad;
aún, a través de ser víctimas inocentes.
¿Como ganaréis sino la Eternidad?
Vuestra cruz, para ser salvos, proclamada ha de ser por espíritus solemnes.
Oh Cristo Jesús, el Sacrificio en la cruz,
fue tu motivo primordial.
Y por el privilegio de ser hijos de Luz,
nuestra será la Morada Celestial.
La tibieza nos embarga,
Oh Cristo Jesús, ante la adversa circunstancia.
Haz del espiritu quebrantado, tu adarga;
y la abnegación te colmará de excelencia.
Oh Señor Jesucristo, tu Santo Ministerio,
se convirtió en el epicentro de la Nueva Jerusalén.
Siempre derramaste en tu Palabra, un Sagrado refrigerio,
para hacernos dignos del Edén.
Paz de Cristo
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